domingo, 28 de octubre de 2012

La Historia vale para todos... menos para León



Pocas cosas hay más peligrosas que utilizar la historia como arma arrojadiza de iletrados. La historia, como la economía, debería estar en manos de profesionales independientes que no tuvieran la tentación de convertir sus veleidades en verdades absolutas.

No es nuevo que la historia se utilice como guante que ‘progres’ arrojan a retrógrados, y viceversa, consiguiendo unos y otros que la verdad nunca sea contada porque la historia siempre la escriben los ganadores y eso ha elevado a los altares a sátrapas que nunca deberían haber salido de las catacumbas.

Revisar la historia es un ejercicio habitual, que casi nunca se hace con ecuanimidad. León sufrió la incultura histórica de quienes diseñaron el mapa autonómico. Entonces la historia y lo ocurrido ocho siglos atrás, no valieron para nada y la autonomía leonesa quedó enterrada para siempre.

Quizás por estar en León y conocer lo que esta provincia significó en la gestación de la actual España, sonroja escuchar hablar a nacionalistas que esgrimen supuestos derechos históricos que se basan en sueños y cuentos de ciencia ficción. Dejar que cada comunidad escriba sus libros de historia hace que los escolares del País Vasco crean que su tierra fue independiente en algún momento de su historia, aunque sea a base de anexionarse Navarra como una parte de sí mismos; y que los catalanes crean que Adán y Eva iban desnudos por el paraíso, pero llevaban barretina, bailaban sardana y comían butifarra.

En lugar de creerse la historia fabulada que cuenta que entre Che Guevara y De Juana Chaos hay alguna diferencia que no sea la geográfica, debería ser un ejercicio obligatorio aprender la historia real para evitar la repetición en el futuro de errores trágicos del pasado. Quizás así, quienes como Sánchez Gordillo asaltan supermercados, o como los catalanes que añoran un terremoto que los separe de España, recordarían que justo antes de la Guerra Civil, Cataluña declaró unilateralmente la independencia y que entonces también se asaltaban los colmados.

Es un sueño baldío. León seguirá teniendo la historia real de su parte, pero no le valdrá para nada. Es más bonito inventar historias. Quizás dentro de unos años se cuente que Bolinaga, el terrorista que sacaron de la cárcel porque era un enfermo terminal, sigue vivo por un milagro. Y así de paso se atribuye al cipote incorrupto de Sabino Arana y se le canoniza, que es lo que le falta.