Publicado en La Cronica de León el 12 de mayo de 2012
Hay quien dice que la crisis no acabará hasta que hayamos tocado fondo. Otros aseguran que la primavera de la economía está a punto de florecer. Y hay quien, incluso, corre hacia la luz que se ve al final del túnel sin darse cuenta que viene de un tren que está a punto de arrollarlo. Las necesidades de la gente que se asfixia entre desempleo e hipotecas impagables, son el caldo de cultivo para extender la demagogia que tanto gusta a los políticos. Medias verdades que prenden como la yesca entre la masa que debe perpetuarlos en sus sillones.
Cada semana tiene su mantra. La demagogia de ésta ha sido la nacionalización de Bankia. Se entiende que la gente a la que recortan sus prestaciones, le cobran los medicamentos y le van a sangrar con tasas universitarias se indigne al saber que el gobierno usará su dinero para salvar un banco. Lo que cuesta más entender es que pongan el grito en el cielo los políticos y sindicalistas que han hundido esa entidad financiera.
El mundo al revés. Los que quebraron Bankia convertidos en apóstoles de la crítica, ocultando que no se rescata un banco, sino una unión de cajas de ahorro que algún genio [político, por supuesto] decidió fusionar pensando que sumando cuatro zurullos de mierda se podía conseguir algo que no fuera una boñiga.
Un banco quiere ganar dinero y suele poner a dirigirlo a quien sabe que lo hará bien. Quizá por eso aún no ha habido que echarles una mano. Todo lo contrario que en las cajas. Hace décadas los políticos y los sindicalistas convirtieron las cajas en sus chiringuitos financieros y jugaron a dirigirlas con la misma mano rota con la que hundieron ayuntamientos, diputaciones y comunidades. La nefasta teoría de los políticos de que el dinero de todos no es de nadie llegó a las cajas. Al frente, casi siempre el más pelota de cada casa, con un sueldo con muchos ceros a la derecha de otras cuantas cifras.
Se apostó por la ineptitud. La quiebra estaba asegurada. Ahora llega la necesidad del rescate para que no pierda su dinero la misma gente modesta afectada por sus recortes. Si tuvieran vergüenza, los culpables devolverían los miles de euros que se han llevado durante años por ir de palmeros a consejos de administración. Pero es más fácil hacer demagogia y poner el grito en el cielo porque se le da dinero a un banco. Sí se le da, sí. Porque lo echasteis a la trituradora. Es lo que pasa a quien nunca le ha costado ganar dinero: que no distingue entre el valor de un folio y un billete de 500 €.
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