sábado, 25 de agosto de 2012

Chringuitos indiomáticos

Han sido muchos años tratando de aprender inglés. Un esfuerzo en vano de cursos y cursos de estudio en aquellos incipientes años de enseñanza reglada del inglés en colegios e institutos, a cargo en muchas ocasiones de profesores sin la preparación adecuada para impartir esa materia. Muchos años, también, buscando la academia que complementara el déficit anterior. Muchos años tratando de aprender inglés en una situación y con unos medios que no tienen nada que ver con los que existen ahora, por mucho que horrorice contemplar que siguen existiendo academias ancladas en el túnel del tiempo, al dar una vuelta en busca de un lugar en el que retomar aquellas clases abandonadas por el hastío y la carencia de progresos.

España es un país que tiene el dudoso honor de ser el único que ha conseguido llegar al siglo XXI y avanzar tres lustros en el tercer milenio sin haber tenido un presidente de gobierno capaz de hablar el suficiente inglés para pedir un café con leche en una estación de tren. Un ejemplo poco alentador para quienes tratan de completar su formación ya que hoy en día, hablar inglés y entenderlo correctamente es una necesidad para no quedar fuera del mercado laboral.

Quizás por mi experiencia de tantos intentos frustrados de aprender inglés, con los medios audiovisuales que existen hoy en día, horroriza que dos décadas después de aquellas aburridas y poco efectivas clases de gramática que conseguían convertirnos en teóricos del inglés, pero incapaces de entender absolutamente nada, siga habiendo 'chiringuitos' idiomáticos que se perpetúan en el error.

Si estás buscando un lugar en el que estudiar inglés o en el que lo hagan tus hijos, te recomienzo que tengas cuidado y que mires bien dónde te embarcas camino de ese sueño del bilingüismo. La gramática es necesaria, pero por sí sola es inútil sin mimar la conversación y la comprensión. Buscar esa escuela de idiomas moderna en la que se puedan cubrir todas las necesidades sigue siendo una odisea en más de una ocasión, pero distinguir la escuela de idiomas del 'chiringuito' no es tan complicado. Sólo hace falta pasarse por la escuela, comprobar la calidad de su profesorado, si la enseñanza es personalizada y si sus medios técnicos y audiovisuales van más allá de la pizarra verde que hacía furor en el año 1980.

Toca huir de los 'chiringuitos'. Ésa es nuestra responsabilidad y la de nuestros hijos. Quien no lo haga y siga alimentando esos lugares, tal vez sea porque aún no se han dado cuenta de que salvo para ser presidente del país, un puesto para el que sólo sale una plaza cada cuatro años, para todos los demás puestos de trabajo será necesario hablar el idioma de Shakespeare.

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