Ya es 15M. Los perroflautas desempolvan sus tiendas de campaña y se preparan para tomar la calle hasta que el delegado del gobierno de turno los desaloje. Los pijofautas también tienen preparado el polo de Lacoste de los domingos con el que dar una envida de muerte a los perroflautas que siempre han preferido la moda del final del Rastro.
Pueden parecer lo mismo, pero no lo son. Los perroflautas son unos tipos utópicos, que creen que Bakunin [si es que saben quién fue el padre del anarquismo] es Dios y ellos son sus profetas en la lucha contra un sistema que les margina. Los perroflautas beben litronas de cerveza por docenas. Definitivamente son tipos que tienen mi respeto, como todos aquellos que pelean por lo que creen, aunque sea absurdo.
Los pijoflautas son otra cosa. Un pijoflauta es un ‘tontolnabo’ que siempre bebe lo más caro que tenga el bar de moda, un mal criado que asegura querer luchar contra ese mismo sistema que le ha permitido vivir un par de décadas, o dos, o tres… o las que sean, sin haber dado jamás un palo al agua. Una cómoda vida a la sopa boba del papá y la mamá que les dan de comer, les han regalado un coche [si es amarillo suele venir con kit incorporado de gorra que se colocan para atrás porque no distinguen el derecho y el revés] y que matan su tiempo libre repitiendo, como si de un ritual se tratara, un par de frases que han escuchado en alguna parte y que, aunque no saben muy bien qué significan, han entendido que defender eso les da el estatus de modernidad que necesitan. Todo sea por seguir sin hacer nada el resto de su vida, sin darse cuenta que eso no lo pueden conseguir más que los mismos políticos a los que tanto detestan.
El 15M volverá a sacar a la calle a los perroflautas, pero sobre todo a hordas de pijoflautas a la estela de sus líderes carismáticos, personajes tan prescindibles como Willy Toledo y demás postmodernos. Tontos de baba que son capaces de defender la expropiación de Repsol por el gobierno de Argentina apelando a que la propiedad privada no debe existir. No deja de ser curioso que sean ellos, los mismos que amenazan con demandar a quienes descargan una de sus películas desde Internet. ¿Pero no habíamos quedado que la propiedad debe ser pública? ¿Sólo es pública la de los demás? ¿No estábamos contra el sistema? Benditos perroflautas. Con vosotros brindo por ese mundo mejor con el que soñamos, aunque sepamos que es imposible.
1 comentario:
EStos pijoflautas trabajarán seguro en la Cruz Roja -donde los buenos sueldos se los llevan los gestores y no los currelas-. Van de rollo solidario e izquierdistas, pero ven un inmigrante o un jincho y, aparte del buen rollo inicial, marcan millas de separación. Y, tal vez se me cuestione, pero he trabajado con estos colectivos y sé de lo que hablo.
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