sábado, 22 de diciembre de 2012

El ‘caganer’ y el espíritu de la Navidad



Lo reconozco. Tenía muchas esperanzas puestas en los mayas. 3.000 años esperando por el fin del mundo desde que lo predijeron los centroamericanos, que eran unos avanzados a su tiempo, y resulta que cuando llega el día, ni llueven meteoritos, ni se funden los polos, ni nada de nada.

No hay salvación. Llega la Navidad y con ella el espíritu navideño en estado puro. Esa especie de fiebre colectiva de cinismo descontrolado, que hace que todo el mundo tenga la Navidad en la boca de la mañana a la noche, y que te salude hasta ese garrulo que todos tenemos en nuestro trabajo o en la escalera de nuestra casa, que no saluda nunca porque se debió perder todas las clases de educación, al llegar estas fechas tan entrañables que diría el suegro de Urdangarín, te regala un sonoro “Feliz Navidad”. 
Son días, en definitiva, para correr el riesgo de morir envenenado por la bilis que te provoca que quien te pone verde todo el año te sonría como si fuera memo.

Como diría el gran Fernando Fernán Gómez: “A la mierda”. Un ‘caganer’, ése es el verdadero espíritu de la Navidad. No hay mejor manera de reírse de todos los que impostan un comportamiento más falso que un político en campaña electoral, que colocarles un ‘caganer’ a la puerta de un portal de Belén, en el que ya no caben ni la mula y el buey porque el pastor alemán que guía el rebaño de la Iglesia ha decidido que no había animalitos en el pesebre.

Llega la Navidad y, hasta para quienes añoramos una máquina del tiempo que nos transporte al 8 de enero, es inevitable que el final del año echemos la vista atrás para hacer balance de 366 días para olvidar. Es el momento de ver que casi todo está peor que cuando el ‘caganer’ ponía cara de estreñido en 2011 y que las esperanzas de que las cosas mejoren son tan pequeñas como el sentido común de quienes llevan tres años augurando el final de una crisis que ellos mismos han provocado y que azota a todos menos a ellos.

Es el mal de los políticos que no pisan la calle y de los directivos de las empresas que, a base de cobrar sueldos de 5.000 euros, acaban sin entender que quienes no son ni ‘mileuristas’ cada vez llegan peor a fin de mes y que apenas tienen para pasar esta Navidad tan luminosa. Para todos ellos me pongo en cuclillas y me ofrezco a ser su ‘caganer’ particular. Será un auténtico placer.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Hijos de Satanás y acólitos de Lucifer



Hay situaciones evidentes en las que distingues claramente a los seres despreciables. No hace falta mucha explicación para saber que si un profesor de Educación Infantil trafica con pornografía de niños que apenas levantan unos palmos del suelo, se trata de un ser despreciable que no merece nada mejor que pasar encerrado un fin de semana, con todos los gastos pagados, en una jaula de cuatro metros cuadrados con un par de osos polares que lleven dos semanas sin comer. Lo preocupante es que hay otros tipos despreciables a los que se demoniza mucho menos, y que siempre salen de rositas, pese a que son los grandes culpables de la quiebra del estado de bienestar del país.
Esta semana se han suicidado dos personas cuando fueron a desahuciarlas. Muertos por culpa de un ‘gualtrapa’ que en su banco le concedió el crédito que nunca debió darle. Suicidios por orden de la misma entidad financiera que paga a sus altos cargos, los inútiles que quebraron el sistema, indemnizaciones millonarias por despidos o jubilaciones. Cantidades desorbitadas que salen de los intereses de esos créditos regalados y que ahora asfixian a decenas de miles de españoles, que ven cómo les quitan la casa y mantienen una deuda que los arruina de por vida.
La culpa no es de los jueces, que bastante tienen con aplicar de una manera justa leyes decimonónicas o creadas por los otros ineptos contemporáneos que se sientan cuatro años en el Congreso y el Senado. Algo habrá que hacer. Yo no tengo ni idea de las medidas a tomar, pero para eso se supone que hay miríadas de políticos que cobran miles de euros mensuales que deberían servir para algo más que para colocarse a sí mismos. O se da el paso ya o se multiplicarán los suicidios, hasta que la costumbre los convierta en una noticia de cinco líneas en una esquina de una página secundaria de cualquier periódico.
Lo que sería bueno es no olvidar jamás que aquél a quien quitan su casa y queda arruinado es la víctima, y que los culpables son los gestores de las cajas, empezando por la que un día fue de aquí y ahora es el estercolero que no quieren en ninguna parte, que quizás tendrían que dar cuentas de qué demonios han hecho además de dejarse dinero a si mismos, gestionar jubilaciones millonarias y hasta echar a un alto cargo, indemnizarlo y después contratarlo de nuevo. Quizás, con todas las cartas encima de la mesa, seguiríamos distinguiendo quiénes son los hijos de Satanás, pero sabríamos ver a los acólitos de Lucifer.

domingo, 28 de octubre de 2012

La Historia vale para todos... menos para León



Pocas cosas hay más peligrosas que utilizar la historia como arma arrojadiza de iletrados. La historia, como la economía, debería estar en manos de profesionales independientes que no tuvieran la tentación de convertir sus veleidades en verdades absolutas.

No es nuevo que la historia se utilice como guante que ‘progres’ arrojan a retrógrados, y viceversa, consiguiendo unos y otros que la verdad nunca sea contada porque la historia siempre la escriben los ganadores y eso ha elevado a los altares a sátrapas que nunca deberían haber salido de las catacumbas.

Revisar la historia es un ejercicio habitual, que casi nunca se hace con ecuanimidad. León sufrió la incultura histórica de quienes diseñaron el mapa autonómico. Entonces la historia y lo ocurrido ocho siglos atrás, no valieron para nada y la autonomía leonesa quedó enterrada para siempre.

Quizás por estar en León y conocer lo que esta provincia significó en la gestación de la actual España, sonroja escuchar hablar a nacionalistas que esgrimen supuestos derechos históricos que se basan en sueños y cuentos de ciencia ficción. Dejar que cada comunidad escriba sus libros de historia hace que los escolares del País Vasco crean que su tierra fue independiente en algún momento de su historia, aunque sea a base de anexionarse Navarra como una parte de sí mismos; y que los catalanes crean que Adán y Eva iban desnudos por el paraíso, pero llevaban barretina, bailaban sardana y comían butifarra.

En lugar de creerse la historia fabulada que cuenta que entre Che Guevara y De Juana Chaos hay alguna diferencia que no sea la geográfica, debería ser un ejercicio obligatorio aprender la historia real para evitar la repetición en el futuro de errores trágicos del pasado. Quizás así, quienes como Sánchez Gordillo asaltan supermercados, o como los catalanes que añoran un terremoto que los separe de España, recordarían que justo antes de la Guerra Civil, Cataluña declaró unilateralmente la independencia y que entonces también se asaltaban los colmados.

Es un sueño baldío. León seguirá teniendo la historia real de su parte, pero no le valdrá para nada. Es más bonito inventar historias. Quizás dentro de unos años se cuente que Bolinaga, el terrorista que sacaron de la cárcel porque era un enfermo terminal, sigue vivo por un milagro. Y así de paso se atribuye al cipote incorrupto de Sabino Arana y se le canoniza, que es lo que le falta.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Qué veranos aquéllos de Boney M



Andaba decaído hace días Luis V. Huerga, compartiendo sus penas en Facebook con otros muchos tan alicaídos como él. Tristes porque se acaba el verano, aunque a la vez esperanzados porque dentro de 12 meses habrá nuevas vacaciones para echarse al monte, a la playa o adonde se tercie. Aún es joven el chaval que, quizás por ser demasiado guapo para cantante de reggaeton pero feo para modelo de pasarela, acabó siendo periodista. Y a sus años, todavía escasos, imagina un futuro que quizás no exista. Sueña, como muchos otros, con las próximas vacaciones, dando por supuesto que, tras los recortes del próximo 'Año Mariano', seguirá habiendo días rojos en el calendario, que es bastante suponer.

Quizá tenga razón y el temido rescate, que llegará con los primeros fríos del otoño, nos deje seguir teniendo vacaciones en un arranque de magnanimidad de los hombres de negro, los tiralevitas ‘rubalcabianos’, los ganapanes ‘rajoyescos’ y hasta de esos chantajistas que invocan patrias inventadas en novelas que han convertido en libros de historia, pero que no saben que su paletismo nacionalista sólo se cura viajando. Por eso, aunque Sor Ángela de Sajonia le dé permiso a su secretario para que no nos quite el derecho a descansar, Canarias, Baleares y hasta Benidorm se habrán convertido en el geriátrico de Europa, pero serán terreno vedado para los celtíberos de entre el Cabo de Gata y Finisterre, que se conforman con tratar de sobrevivir, ahogados por un millón de ERE, por los recortes en los sueldos, por el recuerdo de las pagas extra que se fueron por el retrete de los bancos, por el hilo para suturar las heridas de tanto ladrillazo recibido, y hasta por el acoso a miles de autónomos que perecen cada día asfixiados por impuestos y multas para que vivan bien los de siempre.

Quienes hace tiempo que peinamos demasiadas canas, hemos aprendido que sólo existe el presente. Por eso, alégrate de que se acabe el verano sin mirar más allá. Piensa que aunque el paso del calor al frío obligará a abrigarse a los fumadores para degustar su veneno a bocanadas, también aniquilará a Cali, a El Dandee, a Juan Magán y a todos los demás torturadores disonantes, que florecen cuando las setas de San Jorge ya tienen el tamaño de una de esas amanita faloides que nunca se comen quienes deberían ingerirlas por docenas, y que hacen añorar aquellos veranos castigados por Georgie Dann, los Berrones y hasta Boney M.

Sólo por perder de vista a tanto perpetrador musical, merece la pena levantar la copa y brindar por el verano que se fue... y soñar. Que la esperanza es lo último que se pierde Y si pierdes una esperanza, que sea Aguirre.

sábado, 25 de agosto de 2012

Chringuitos indiomáticos

Han sido muchos años tratando de aprender inglés. Un esfuerzo en vano de cursos y cursos de estudio en aquellos incipientes años de enseñanza reglada del inglés en colegios e institutos, a cargo en muchas ocasiones de profesores sin la preparación adecuada para impartir esa materia. Muchos años, también, buscando la academia que complementara el déficit anterior. Muchos años tratando de aprender inglés en una situación y con unos medios que no tienen nada que ver con los que existen ahora, por mucho que horrorice contemplar que siguen existiendo academias ancladas en el túnel del tiempo, al dar una vuelta en busca de un lugar en el que retomar aquellas clases abandonadas por el hastío y la carencia de progresos.

España es un país que tiene el dudoso honor de ser el único que ha conseguido llegar al siglo XXI y avanzar tres lustros en el tercer milenio sin haber tenido un presidente de gobierno capaz de hablar el suficiente inglés para pedir un café con leche en una estación de tren. Un ejemplo poco alentador para quienes tratan de completar su formación ya que hoy en día, hablar inglés y entenderlo correctamente es una necesidad para no quedar fuera del mercado laboral.

Quizás por mi experiencia de tantos intentos frustrados de aprender inglés, con los medios audiovisuales que existen hoy en día, horroriza que dos décadas después de aquellas aburridas y poco efectivas clases de gramática que conseguían convertirnos en teóricos del inglés, pero incapaces de entender absolutamente nada, siga habiendo 'chiringuitos' idiomáticos que se perpetúan en el error.

Si estás buscando un lugar en el que estudiar inglés o en el que lo hagan tus hijos, te recomienzo que tengas cuidado y que mires bien dónde te embarcas camino de ese sueño del bilingüismo. La gramática es necesaria, pero por sí sola es inútil sin mimar la conversación y la comprensión. Buscar esa escuela de idiomas moderna en la que se puedan cubrir todas las necesidades sigue siendo una odisea en más de una ocasión, pero distinguir la escuela de idiomas del 'chiringuito' no es tan complicado. Sólo hace falta pasarse por la escuela, comprobar la calidad de su profesorado, si la enseñanza es personalizada y si sus medios técnicos y audiovisuales van más allá de la pizarra verde que hacía furor en el año 1980.

Toca huir de los 'chiringuitos'. Ésa es nuestra responsabilidad y la de nuestros hijos. Quien no lo haga y siga alimentando esos lugares, tal vez sea porque aún no se han dado cuenta de que salvo para ser presidente del país, un puesto para el que sólo sale una plaza cada cuatro años, para todos los demás puestos de trabajo será necesario hablar el idioma de Shakespeare.

sábado, 18 de agosto de 2012

Y ahora quieren desfalcar las juntas vecinales



Por una vez, y dudo que sirva de precedente, estoy de acuerdo con Óscar López, uno de los que mandan en el PSOE, que será recordado para siempre por su ataque de amnesia en un mitin cuando, al glosar tres cosas importantísimas, se le olvidó una de ellas.

Como dirían las abuelas, si se le olvidó esa cosa tan importante será porque era mentira.

Al grano, que me disperso. El caso es que reconozco que me preocupa estar de acuerdo con el 'poli malo' de Rubalcaba, pero no le falta razón cuando critica que el Gobierno quiera desmantelar las juntas vecinales escudándose en un supuesto ahorro. Cualquiera que sepa cómo funciona una junta vecinal sabrá que la mayoría, lejos de ser deficitarias, tienen mucho dinero en sus cuentas corrientes.

Ocurre que a menudo los que mandan creen que somos tontos y nos creemos todo lo que cuenta el telediario. Si de verdad se quisiera ahorrar se podría mandar al asilo a los senadores y cerrar el Senado, la institución más inútil que existe al sur de Groenlandia se podría prohibir por ley que las comunidades autónomas abran 'embajadas' para mayor gloria del virrey de turno y hasta se podría reducir en un 90% el número de políticos en cada institución para que quedaran los suficientes para marcar las líneas generales del gobierno, y que las interpretaran los técnicos que existen en cada área, que ahora están para servir el café al que cree que sabe más que ellos.

Pero no somos tontos. Y por eso sabemos que el motivo real de intentar aniquilar las juntas vecinales es bien distinto al oficial.

La verdad de todo es que esas juntas tienen ingresos de cortas de leña, de explotaciones cinegéticas y son las mayores terratenientes de este país. Eliminarlas supondrá un ingreso magro para quien las absorba. Cegados por la llegada de un dinero fácil con el que tapar los agujeros de sus dispendios, nadie ha caído en la cuenta de que las juntas vecinales son las encargadas de adecentar caminos, acometer pequeñas obras y mantenerlo todo en buen estado. Si se cargan los concejos nadie se preocupará de unos pueblos dejados de la mano de Dios. Luego llegarán lamentos porque hay incendios, pero nadie se parará a pensar que quizás tenga algo que ver la situación de abandono de unos montes que, aun quemados, pueden servir para pagar favores. Todo sea por seguir sin apearse del machito.

sábado, 11 de agosto de 2012

Entre el precipicio y una espada afilada



La lógica casi siempre se impone. Las últimas encuestas confirman que los políticos han pasado a ser uno de los mayores motivos de preocupación de los españoles. La intención de voto también deja clara la indignación. El PP va camino de un descomunal batacazo tras sus recortes y sus medias verdades y no parece que el beneficiado vaya a ser el PSOE. A estas alturas del partido cada cuál sabe quién llevó el país al pozo y quien no tiene ni repajolera idea de cómo sacarlo del fondo.

Quizás toda esta situación sirva para acabar con un bipartidismo que sólo sirve para convertir la política en una guerra de castas que pelean por controlar los palacetes y colocar a sus mamporreros para que sigan viviendo de la sopa boba. El problema del fin de un partido a dos bandas es el riesgo de que cambiemos la alternancia de poder por un guirigay a la griega en la que acaben mandando los iluminados de los extremos, y cuando entran en escena los filonacis por un lado, y los bandoleros que lidera el alcalde de Marinaleda por otro, el futuro sólo tiene un final que, hasta ahora, nunca ha sido bueno.

A un lado está el precipicio al otro, una espada afilada. No lo tienen sencillo para elegir quienes no estén del todo desencantados y quieran seguir acercándose a las urnas. Las alternativas son para echarse a temblar: partidos populistas que apuestan por decir lo que los ciudadanos quieren oír, aunque su único ansia sea pasar a ser ellos quienes vivan de los demás sin dar un palo al agua.

En León la situación no es distinta. Unos son esclavos de quien les manda. Los otros, a garrotazos para ser ellos quienes gestionen las tres migas de pan que queda sobre su mesa. Un panorama desolador.

Y al fondo, un partido leonesista del que apenas se sabe que sigue estando por ahí, a la sombra de agosto. Tras muchos años de divisiones y falsas refundaciones, en las que cada cual buscaba el sol que más calentaba para vivir toda una vida de lunes al sol subvencionados por todos, tienen la oportunidad de volver a ser la voz de un pueblo cansado de que nadie le escuche, de que su agua vaya para Valladolid, de que lo que generan sus embalses lo cobren en el País Vasco... y de tantas otras ignominias. Tras una década de matrimonios de conveniencia con tirios y troyanos, es el momento de volver a sus orígenes y de pisar de nuevo una calle ya que no saben cómo es. Si lo hacen, quizá la próxima vez que abran las urnas sean capaces de conquistar al pueblo si no lo consiguen, mejor que cierren el chiringuito.

sábado, 21 de julio de 2012

Declaración de Espacio Protegido para el Bernesga



Reconozco que me ha costado bastante entender el concepto. Debo ser un poco bruto. Cada vez que pasaba por cualquiera de los puentes que tiene la ciudad de León y miraba hacia el Bernesga no comprendía la dejadez del Ayuntamiento de León, o de la administración a la que le corresponda el cuidado de los ríos, porque entre el Estado, la Junta, la Diputación, los consejos comarcales, los municipios y las pedanías lo único que saco en claro es que tocamos a tantos manguanes que mantener como mancos para trabajar.

Miraba el Bernesga a su paso por San Marcos y sólo era capaz de ver un bosque infranqueable del que temía que cualquier día saliera a toda velocidad un cocodrilo dispuesto a zamparse uno de los perros que los leoneses pasean por sus orillas, o a los piragüistas que siguen atreviéndose a palear de puente a puente sin temor a que les lleve una corriente inexistente. Y lo mismo si adonde echaba un vistazo era al río cerca de la plaza de toros.

Me ha costado entenderlo, pero al fin he visto la luz. Sólo veía una jungla sucia y desidia. La realidad es que León está esperando una declaración de Espacio Protegido para el Bernesga o, si hay suerte, hasta de Reserva de la Biosfera. Ha costado varios años de dejar crecer la maleza, pero al fin tenemos un ecosistema propio. Y los pueblos de la provincia llenos de necios. Unos inútiles que, en lugar de aprovechar el verano para tumbarse al sol de agosto, limpian los cauces de sus ríos para evitar que la primera crecida entre el agua para las bodegas de sus casas sin saber que en León las aguas jamás salen de sus cauces, y que la dejadez tiene unos beneficios indudables. Ni siquiera hay que pensar en el riesgo que tiene para la salud crear un hábitat perfecto para la colonización de las ratas, la única especie animal más dotada que el hombre [sin contar a los políticos de carrera] para la supervivencia. Todo sea por llegar a ser Espacio Protegido.

Lo reconozco. He sido muy bruto. Hasta me molestaba cada vez que al pedalear por el carril bici de la Palomera, frente al ambulatorio, los cardos que lo invaden dejaran su huella en mis brazos. Otro espacio para la diversidad. Un jardín de cactus. Con mucho menos han hecho un jardín de cactus en Lanzarote.

viernes, 13 de julio de 2012

Tanto robar para acabar pidiendo


Tanto despilfarro no podía tener otro final. Han sido décadas de robar a manos llenas; de pagar a mequetrefes a precio de licenciados; de contentar a cuñados, primos y demás petimetres que pululaban alrededor de los que manirrotos que mandaban; de poner las cajas de ahorro en manos de los más zoquetes del reino; de pagar a los sindicatos para que los más vagos de cada casa vivieran liberados a cuerpo de rey, trabajando menos que un político en paro; y de dar al dinero de todos el mismo valor que un beduino le da al sol que le alumbra cada mañana. Han sido años en los que se han engordaban administraciones a la misma velocidad que lo hacían las barrigas y carteras de sus gobernantes. Quinquenios en los que parecía que el cajón no tenía fondo y se podía meter la mano en él impunemente. Pero sí tenía, y de tanto sacar, al final la mano golpeó contra el fondo de madera. No quedaba nada que robar. Ni quedaba siquiera para pagar lo esencial. 

Y después de tantos años robando, todos estamos arruinados. Aunque nos neguemos a verlo. Y nos toca pagar a los tontos de siempre por los desmanes de los listos de carrera, que se escudan en Europa para esconder su ineptitud. Tijeretazos aquí y allá. Subidas del IVA que fomentarán el fraude, recortes en los salarios que retraerán el consumo... todo les vale con tal de que no se desmorone su castillo de naipes, ése chiringuito que han construido sin temor a las críticas del político de la otra acera porque los honrados que trabajan de verdad, que los hay y se ven desprestigiados por una inmensa mayoría, son rehenes de sus compañeros corruptos.

“Es triste tener que pedir, pero más triste es tener que robar”, grita el pedigüeño. Para el político también es triste pedir pero, en su caso, porque no le queda ya qué robar. Es muy fácil recortar al funcionario o al parado, pero se ahorraría más derribando el Senado y reduciendo un 90% los diputados. A fin de cuentas, si la culpa es de Europa y todo lo manda Sor Angela de Sajonia, bastaría con un secretario para que le haga los 'mandaos' y ahorrar el sueldo de los palmeros del Congreso, y hasta a la fenómena ésa de Castellón que gritó “que se jodan” todos los que como ella no son ‘hijos de’ y tienen que buscar un trabajo para comer.

El PSOE enfocó la nave hacia las rocas. El PP ha acelerado el barco. Viento en popa a toda vela. Si las ‘esperanzas blancas’ que quedan en una esquina del congreso son Cayo Lara, Rosa Díez y Toni Cantó, dan ganas de pedir la ciudadanía de Burkina Faso.

viernes, 6 de julio de 2012

León, ése lugar en el que nunca pasa nada



Ser mandamás en León es un lujo, el sueño de cualquier político. León es ese lugar en el que nunca pasa nada y si pasa, al que le corresponde evitarlo, le basta con encogerse de hombros y mirar al tendido con la misma fijeza con la que una vaca mira al tren.

León es un lugar idílico para el que tiene la responsabilidad de mandar, una tierra de caciques asentados en sus poltronas porque los que rodean a los mandamases no valen ni para mercachifles de tercera.

León se desangra y aunque la ganadería también va de mal en peor, cada día hay más vacas mirando al tren. Quizás se encierren en la caverna para revivir el mito de Platón y no ver todo lo que está perdiendo esta tierra; para no dejar caer una lágrima por cada empresa que cierra, o por cada decena de trabajadores que cae fulminado en los centenares de ERE que inundan la provincia; o para no ver lo que se cierne sobre esas cuencas mineras que se niegan a perecer tras el candado que echará el cierre a las minas, por mucho que se empeñen en hacer oír sus voces los mineros, sus familiares y hasta el último habitante de las comarcas que subsisten gracias al carbón.

Las minas cerrarán más temprano que tarde. Y entonces tampoco pasará nada. En el recuerdo quedarán los enfrentamientos entre mineros y Guardia Civil, políticos protagonizando gestos populistas de cara a la galería o hablando con la boca pequeña, no sea que se vayan a enfadar quienes les deben seguir surtiendo de la sopa boba que les da de comer.

Cuando León tienda al desierto y sea una tierra de jubilados sin nietos siquiera que pasear porque habrán tenido que emigrar rumbo a cualquier parte, habrá alguien que recordará con nostalgia aquel tiempo en que la minería era el ‘oro negro’ que daba de comer a miles de personas en León; que florecían unos polígonos industriales para entonces llenos de camiones abandonados y hierbajos ganando terreno al asfalto; y hasta que hubo equipos deportivos que, como el Baloncesto León, cayeron bajo el peso de la indiferencia de quienes podían hacer algo más que ver al tren alejarse en el horizonte. Entonces no valdrán los lamentos. Todos habrán perdido. Hasta los políticos. Sin rebaño no harán falta pastores. Será la única buena noticia, pero llegará demasiado tarde.

sábado, 23 de junio de 2012

A cojón visto, macho es


Sólo hay algo que dé más miedo que un economista o un político: la simbiosis de ambos tratando de anticipar un futuro que sólo adivinan una vez que se ha convertido en pasado. Como el viejo hombre del tiempo al que nunca se le escapaba que estaba lloviendo, pero casi nunca acertaba lo que ocurriría mañana.


Desgraciadamente los economistas llevan una docena de años fallando más que la escopeta de una feria. Vendidos a esas casas de usura que se hacen llamar agencias de calificación, no han sabido ver que para haber evitado la crisis y para encontrar la salida de la misma, era mejor escuchar a cualquier ama de casa que hace números para llegar a fin de mes con menos que lo justo, que quedarse bizcos leyendo las teorías de Krugman, por mucho Premio Nobel que tenga.


Si tiraran al basurero, de donde jamás debieron salir, los libros de los gurús de la economía, sabrían que todo es mucho más sencillo. Que se trata de gastar lo que se tiene o un poco menos, y que lo contrario conduce hacia la ruina. Seguro que es crucial saber cuál es el valor del número e, pero para evitar que ahora estemos en una crisis global, habría sido mejor que advirtieran que no se puede seguir tirando de la deuda pública porque por muy larga y dura que sea la goma, a base de estirarla, un día se rompe. Es probable que eso no lo sepan porque cuando te acostumbras a que tu unidad de medida sea el millar de millones, preocuparse de las economías domésticas suena a problemas de unos pobres piojosos que se merecen sus males por no saber recitar de memoria los 163 primeros decimales del número pi.

Y lo peor de todo para quienes a base de apretarse el cinturón están a un agujero de la gangrena, es que el mal que no mejora, empeora. Y ni los economistas van a encontrar la fórmula para salir de la crisis, ni los políticos quieren ver que se han echado en brazos de unos especuladores que deciden el futuro de los países, con informes dirigidos por auditores a sueldo, para que salga el resultado que mejor les viene para que cuatro ganen dinero a costa de quienes se desangran.

Pronto, toda Europa estará en quiebra. Los países pobres porque no tendrán de dónde recortar. Y Alemania, porque tendrá que comerse las piezas de sus coches porque nadie los podrá comprar. Entonces llegará uno de los santones de la economía y dirá: “Como dije yo...”. Como dice el refrán: ‘Después de visto, todos listos’. O más llanamente: ‘A cojón visto, macho es’.

sábado, 9 de junio de 2012

Merkel, póngame a los pies de su señor esposo


Hay que cerrar las minas. Díjolo Merkel, punto redondo. El resto, a obedecer. Las palabras de esa efigie de monja decimonónica son ley en una Europa descompuesta. Como el servil empleado que encarnaba López Vázquez en las películas españolas de los 50, cuando Merkel habla los ‘rajoys’ de Europa bajan la cabeza y contestan a una sola voz: “Un esclavo, un siervo, póngame a los pies de su señor esposo”.

Y las minas cerrarán. Quizás haya motivos para echarles un candado. Más que nada porque no queda muy claro adónde ha ido a parar todo el dinero que insufla desde tiempos inmemoriales el gobierno y que ha llenado más bolsillos que los de los mineros. Pero el detonante del cierre no debe ser la imposición de un país que está reabriendo sus explotaciones mineras.

¿En qué quedamos? ¿Son rentables o no lo son? ¿Acabaremos en unos años comprando carbón del valle del Ruhr? O andamos vivos o a última hora pasará como con los olivos, que después de decirnos lo malísimo que era el aceite de oliva y pagar por que arrancáramos los millones de olivos sobrantes, se demostró que el resto de productos oleaginosos estaban bien para engrasar los ejes de la carreta y que no nos llamen ‘abandonaos’ y para taponar las arterias de por vida, pero que para comer la buena era la otra, la que ya controlaban sin remedio los italianos porque un olivo tarda un siglo en dar fruto de calidad. O las vacas, que sobraban y luego los franceses colocaban su leche en los supermercados.

Quizás sobren minas, pero lo que de verdad sobra es el servilismo de los políticos. Y los leoneses no son una excepción. Faltan reacciones enérgicas y sobran poses fingidas, de ésas que lavan la cara, pero ensucian el alma por anteponer la cartera propia a los intereses ajenos. Cerrar las minas no sólo deja en la calle a miles de trabajadores. Eso pasa cada día en otros sectores y no se levantan millares voces para condenarlo. El problema de la minería es que los despidos quiebran comarcas enteras. Por ello, el cierre debe estar más motivado que por un bostezo de la presidenta alemana. Eliminar subvenciones está bien en tiempo de crisis, pero no sólo en la mina. Que se deje de financiar aeropuertos con dinero público, y películas, y deporte, y cientos de museos absurdos, y los plataneros del ministro que el alcalde de Toreno renombró para los restos como ‘el tontolculo’... y todas las subvenciones. Todas. No sólo las que pida el reverso tenebroso de la lujuria.

miércoles, 23 de mayo de 2012

En este país no cabe ni un tonto más

Publicado en La Crónica de León el 23 de mayo de 2012

Hace tiempo que ocurre, pero es cada día más acusado. En este país, si dices lo que piensas y se sale del pensamiento unánime del régimen, siempre aparece alguno de los tontos útiles que los partidos políticos tienen pegados a su aparato [léase organigrama para que no haya malos entendidos sexuales] y te señala con el dedo a la vez que te llama facha. Es curioso porque quienes lo hacen casi siempre son tipos y tipas que añoran aquella época en que serían comisarios políticos con mando plaza y látigo en mano para imponer el pensamiento único que tanto les gusta y que sí define perfectamente a los totalitaristas de uno u otro signo.

Después de tantos años todos sabemos de qué pie cojea cada cual y debo reconocer que me la trae al pairo saber lo que opinan de mí todos los lerdos, tiralevitas y mamalones que tienen el buenismo como la guía que les marca el camino hacia un horizonte que sólo existe en la cabeza de quienes llevan años sorbiéndoles el seso.

Quizás por eso se explica la deriva que lleva un país en el que no se puede llamar pan al pan, ni vino al vino, sin que venga un anormalillo a señalarte con el dedo porque no se debe llamar hijo de puta a alguien que prende fuego a una minusválida, porque quizás sea un inadaptado cuyo comportamiento es achacable a una sociedad que lo margina. Sea por eso o porque quienes nos mandan son incapaces de redactar ni aprobar las leyes que hagan que la justicia cumpla con su primera misión, que no es otra que ser justa y equitativa, la realidad es que cada día se hace más patente que vivimos en un país de bonitas fachadas que tapan unas viviendas destartaladas. Un país en el que los políticos se conforman con echar la culpa al de enfrente haciendo bueno aquello desde que se inventaron las disculpas se acabaron las responsabilidades.

Un país que fuera de nuestras fronteras nadie respeta porque, visto sin las gafas de culo de vaso que vienen adjuntas al Manual del Buenismo, resultará complicado de entender más allá de los pirineos o el Estrecho de Gibraltar que en una final de Copa todos piten al himno e insulten al jefe del Estado. Si el insultado hubiera sido el jugador negro de cualquiera de los dos equipos el árbitro podría parar el partido, pero si al que se pita es al príncipe no pasa nada. A fin de cuentas entre un negro y un príncipe, no hay color. Definitivamente, en este país no cabe ni un tonto más.

martes, 15 de mayo de 2012

Perroflautas y pijoflautas

Ya es 15M. Los perroflautas desempolvan sus tiendas de campaña y se preparan para tomar la calle hasta que el delegado del gobierno de turno los desaloje. Los pijofautas también tienen preparado el polo de Lacoste de los domingos con el que dar una envida de muerte a los perroflautas que siempre han preferido la moda del final del Rastro.

Pueden parecer lo mismo, pero no lo son. Los perroflautas son unos tipos utópicos, que creen que Bakunin [si es que saben quién fue el padre del anarquismo] es Dios y ellos son sus profetas en la lucha contra un sistema que les margina. Los perroflautas beben litronas de cerveza por docenas. Definitivamente son tipos que tienen mi respeto, como todos aquellos que pelean por lo que creen, aunque sea absurdo.

Los pijoflautas son otra cosa. Un pijoflauta es un ‘tontolnabo’ que siempre bebe lo más caro que tenga el bar de moda, un mal criado que asegura querer luchar contra ese mismo sistema que le ha permitido vivir un par de décadas, o dos, o tres… o las que sean, sin haber dado jamás un palo al agua. Una cómoda vida a la sopa boba del papá y la mamá que les dan de comer, les han regalado un coche [si es amarillo suele venir con kit incorporado de gorra que se colocan para atrás porque no distinguen el derecho y el revés] y que matan su tiempo libre repitiendo, como si de un ritual se tratara, un par de frases que han escuchado en alguna parte y que, aunque no saben muy bien qué significan, han entendido que defender eso les da el estatus de modernidad que necesitan. Todo sea por seguir sin hacer nada el resto de su vida, sin darse cuenta que eso no lo pueden conseguir más que los mismos políticos a los que tanto detestan.

El 15M volverá a sacar a la calle a los perroflautas, pero sobre todo a hordas de pijoflautas a la estela de sus líderes carismáticos, personajes tan prescindibles como Willy Toledo y demás postmodernos. Tontos de baba que son capaces de defender la expropiación de Repsol por el gobierno de Argentina apelando a que la propiedad privada no debe existir. No deja de ser curioso que sean ellos, los mismos que amenazan con demandar a quienes descargan una de sus películas desde Internet. ¿Pero no habíamos quedado que la propiedad debe ser pública? ¿Sólo es pública la de los demás? ¿No estábamos contra el sistema? Benditos perroflautas. Con vosotros brindo por ese mundo mejor con el que soñamos, aunque sepamos que es imposible.

sábado, 12 de mayo de 2012

Políticos, sindicalistas... y demás 'demabobos'

Publicado en La Cronica de León el 12 de mayo de 2012

Hay quien dice que la crisis no acabará hasta que hayamos tocado fondo. Otros aseguran que la primavera de la economía está a punto de florecer. Y hay quien, incluso, corre hacia la luz que se ve al final del túnel sin darse cuenta que viene de un tren que está a punto de arrollarlo. Las necesidades de la gente que se asfixia entre desempleo e hipotecas impagables, son el caldo de cultivo para extender la demagogia que tanto gusta a los políticos. Medias verdades que prenden como la yesca entre la masa que debe perpetuarlos en sus sillones.

Cada semana tiene su mantra. La demagogia de ésta ha sido la nacionalización de Bankia. Se entiende que la gente a la que recortan sus prestaciones, le cobran los medicamentos y le van a sangrar con tasas universitarias se indigne al saber que el gobierno usará su dinero para salvar un banco. Lo que cuesta más entender es que pongan el grito en el cielo los políticos y sindicalistas que han hundido esa entidad financiera.

El mundo al revés. Los que quebraron Bankia convertidos en apóstoles de la crítica, ocultando que no se rescata un banco, sino una unión de cajas de ahorro que algún genio [político, por supuesto] decidió fusionar pensando que sumando cuatro zurullos de mierda se podía conseguir algo que no fuera una boñiga.

Un banco quiere ganar dinero y suele poner a dirigirlo a quien sabe que lo hará bien. Quizá por eso aún no ha habido que echarles una mano. Todo lo contrario que en las cajas. Hace décadas los políticos y los sindicalistas convirtieron las cajas en sus chiringuitos financieros y jugaron a dirigirlas con la misma mano rota con la que hundieron ayuntamientos, diputaciones y comunidades. La nefasta teoría de los políticos de que el dinero de todos no es de nadie llegó a las cajas. Al frente, casi siempre el más pelota de cada casa, con un sueldo con muchos ceros a la derecha de otras cuantas cifras.

Se apostó por la ineptitud. La quiebra estaba asegurada. Ahora llega la necesidad del rescate para que no pierda su dinero la misma gente modesta afectada por sus recortes. Si tuvieran vergüenza, los culpables devolverían los miles de euros que se han llevado durante años por ir de palmeros a consejos de administración. Pero es más fácil hacer demagogia y poner el grito en el cielo porque se le da dinero a un banco. Sí se le da, sí. Porque lo echasteis a la trituradora. Es lo que pasa a quien nunca le ha costado ganar dinero: que no distingue entre el valor de un folio y un billete de 500 €.

jueves, 3 de mayo de 2012

La libertad de prensa

Recuerdo cuando existía la libertad de prensa. No fue hace mucho. Eran tiempos en los que un humo denso cubría las redacciones; entre página y página se hacía una pausa para tomar un par de cubalibres; se cerraban las ediciones a las tres de la mañana sin que nadie considerara un menosprecio que alguien convocara una rueda de prensa a las nueve de la noche; y podías arriesgarte a sacar a la luz una noticia, aunque no fuera políticamente correcta ni estuviera santificada por el cacique de turno, porque sabías que tu jefe y hasta tu director jamás te iban a dejar con el culo al aire

Lo recuerdo bien. Eran años en los que no había teléfonos móviles, pero se encontraba a todo el mundo, aunque para ello hubiera que llamar a media docena de bares; un tiempo en el que Internet sólo era algo que sonaba muy lejano y, aunque no existía Wikipedia, siempre había alguien que era capaz de encontrar en una enciclopedia o en su memoria el dato que hacía falta. Era un escenario sin megalíticos gabinetes de prensa que impusieran de qué y cuándo había que informar; años, en fin, en los que los políticos aún contestaban preguntas después de sus conferencias de prensa y los periodistas hacían guardia durante horas en una puerta, esperando que acabara la reunión del mismo consejo de administración del que ahora se recaba información con una llamada al pelota de turno, que cuenta lo que quieren que cuente quienes alimentan su estómago agradecido.

Qué tiempos. Los recuerdo y se me saltan las lágrimas. Todo aquello ya es historia. La libertad de prensa murió aplastada por toneladas de ladrillo y hormigón que invadieron los despachos más nobles, y por la dejadez de los propios periodistas, que se dejaron seducir por un hoy mejor sin ver que detrás había un mañana demasiado incierto. Aquel declive de la libertad de prensa empezó cuando los mismos ladrilleros que han hundido este país decidieron que necesitaban un vehículo para cantar sus glorias y compraron medios de comunicación a golpe de un talonario que entonces parecía tan infinito como lo eran su soberbia y su estulticia.

Los políticos vieron abiertas las puertas del cielo camino del paraíso soñado: periódicos, televisiones y radios que glosaran sus virtudes y cerraran los ojos a sus defectos. Las subvenciones se convirtieron en la coartada perfecta para que la omertá presidiera las reuniones de redacción. Empresarios y políticos se hacían rehenes los unos de los otros, sin importarles entrar en una espiral infinita, creadores de un enorme agujero negro que se estaba tragando uno de los pilares de la democracia. Con los medios comprados, sólo era cuestión de montar un entramado que lograra hacer realidad su sueño de dar forma a un pensamiento único. Los gabinetes de prensa crecieron hasta el infinito con la misma velocidad que menguaba el tamaño de unas redacciones en las que se cambiaba impunemente a media docena de redactores por un director general que casi siempre era el más torpe de cada casa.

Las notas de prensa de los gabinetes se convirtieron en palabra de un dios menor, pero plenipotenciario; y el 'corta y pega' pasó a ser el primer mandamiento del periodista que olvidaba la máxima ineludible de contrastar la información. Hasta se aceptó que el político de turno leyera una nota sin permitir que nadie le pregunte por qué es tan chorizo... y sin que nadie se diera cuenta cuándo, había ocurrido el deceso. La libertad de prensa había muerto.

Creo firmemente en el devenir cíclico de la historia y en la catarsis como única vía para el renacimiento. Quizás esta misma crisis que ahora está ahogándonos sirva para recuperar el sentido crítico. Sin dinero, las instituciones no podrán seguir subvencionando a los medios de comunicación. Sin subvenciones morirá el chantaje. Curiosa paradoja, quizás la pobreza nos haga libres.

Hoy es el día de la libertad de prensa y por eso he querido estrenar mi blog en la seguridad de que la red será el último refugio de la libertad de contar la verdad a la vuelta de muy pocos años, quizás menos los que separan las aseadas redacciones de hoy en día de aquellas de humo denso y olor a la cebolla de la hamburguesa que alimentaba las barrigas cerveceras de los redactores a medianoche.

Siempre podré presumir de que yo habité una de aquellas redacciones en las que las distancias se medían en cíceros y la duración de la jornada laboral en cervezas o cubalibres. Siempre podré contar que yo le saqué los colores a un político o que hice guardia media noche de invierno a la puerta de una reunión sin demasiada enjundia. Pero de lo que me gustaría presumir dentro de muchos años es de que la libertad de prensa ha resucitado.